Artículo en la revista Top Cetrería nº 10, pags 3-8
HUEVOS DE SUSTITUCIÓN
Todos sabemos las necesidades de nuestras aves rapaces. Les intentamos alojar en las mejores instalaciones, no escatimamos en herramental y en equipo, debido a la gran importancia que tienen para nosotros nuestros aliados y compañeros de fatigas y vuelos.
Para aquellos que hemos criado con aves rapaces, las instalaciones, los cuidados, los preparativos son si cabe más especiales, porque no podemos dejar nada al azar o a la improvisación, si ya de por si es complicado emparejar dos aves en una muda e intentar que se reproduzcan sin contratiempos, el posterior manejo de los huevos, la incubación o los pollitos, imaginaos el compaginar todo esto con los tiempos de varias parejas, las segundas puestas, etc.…
En este artículo nos os voy a desvelar ningún secreto que no sepáis ya, pues la cría en cautividad está gracias a dios muy desarrollada en nuestro país; pero si daros algunos consejos sobre los huevos de sustitución. Con los problemas que he visto y me habéis contado muchos de vosotros a lo largo de todos estos años que llevo haciendo huevos de sustitución y que me han dado la oportunidad y los conocimientos para saber cuales son los mejores materiales, pinturas, barnices, pesos, dimensiones, etc.
Al igual que preparamos grava para los nidos o astroturf para los posaderos hemos de prever los huevos de sustitución de calidad para las hembras con las que queramos criar y hacer segundas puestas. Cuando una hembra arranca su puesta y llegando a los doce días de incubación se la retiramos para meter esos huevos a la incubadora y que haga una puesta de sustitución algunos criadores le cambian sus huevos de verdad por huevos de sustitución tres días más y posteriormente se los retiran con 15 días de incubación para que hagan la segunda puesta. Tras la segunda puesta a los 12 días de incubación, le retiran los huevos verdaderos y los introducen en la incubadora, poniéndole otra vez en el nido los huevos de sustitución para que la hembra siga incubando hasta que los pollitos tengan unos ocho días de edad para metérselos a la madre o alguna nodriza.
Es evidente que es una fase delicada, como delicada es toda la cría. Cualquier metedura de pata en los tiempos o en los materiales que empleemos puede llevar al traste la cría de nuestra pareja. Algunos criadores rellenan huevos infértiles de años anteriores con escayola y los utilizan como huevos de sustitución, las malas experiencias de algunos de ellos con estos huevos me permiten desaconsejaros esta práctica. Algunos me han llamado desesperados pues su hembra se había levantado del nido al habérsele roto los huevos rellenos, pidiéndome una puesta de huevos artificiales con urgencia, pues son muchas las hembras que si no incuban luego no aceptan que les introduzcan pollos y los matan.
El tener unos huevos resistentes del mismo tamaño peso y color nos va a ayudar mucho a llegar con la cría a buen puerto. Las hembras aceptan huevos de varios milímetros más o menos grandes que los suyos incluso si el color varia un poquito, pero es evidente que no podemos cambiárselos por huevos de gallina o guijarros redondos como alguno me ha comentado. Aunque, más suerte tubo el de los guijarros con la hembra de azor, que el que metió huevos de gallina a su hembra de halcón y le nacieron los pollos de gallina debajo del halcón, imaginaos la hembra del halcón corriendo por el nido intentando arropar a los pollos nidifugos de la gallina.
Ojalá fuera sencilla la cría en cautividad con aves de presa y todos tuvieran sus parejitas de progenitores para surtirse de aves de caza. Puede que sea el sueño de todo cetrero disponer de varias aves todos los años, para hacer una buena crianza campestre y si alguna se pierde cazando por si sola, no llevarnos “el disgusto padre”.
Pero es evidente que no es así, la cría con aves rapaces son palabras mayores, todos quisiéramos, una parejita que copulen y nos saquen pollos todos los años, pero hasta esto es complicado. La cría, como la cetrería la determinan pequeños detalles, como el levantar la rejilla a los azores en el momento adecuado para la cópula o que la humedad de la incubadora sea la adecuada, para que el día 31 el “pip” sea el correcto.
Pues de igual manera, unos huevos de sustitución bien hechos serán uno de los detalles que nos ayuden en la experiencia maravillosa de la cría domestica con aves rapaces.
Yo los elaboro con resina, con distintas cargas de marmolina o viruta de aluminio para aligerar o aumentar el peso, porque no podemos poner unos huevos muy pesados junto alguno fértil en el nido, pues podría ser fatal, o por el contrario que sean tan ligeros que la den la impresión a la hembra que están infértiles y los abandone.
En cuanto a la decoración, les aplico pinturas no toxicas al agua, según la coloración o el pigmento que cada criador me refleja o indica, pues se sienten más a gusto cuanto más se parezcan a los de su hembra. El ultimo proceso es el barnizado, que yo aplico en mate y con dureza de poliuretano para que aguanten el volteo de las hembras en la grava de los nidos año tras año.
Para las aves estos huevos dan el pego total, como muestra dos anécdotas:
- En las jornadas de cetrería de Llerena, el organizador me encargo para un amigo suyo, una muestra de huevos de perdiz roja, para hacer un experimento con las perdices salvajes en su coto. Le prepare una puesta y con el lío de las jornadas se los di y los dejo encima de la jaula de las perdices de escape. Con el barullo de sacar perdices, la cajita se abrió y cayeron sobre las perdices. El paisano que había traído las patirrojas, al ver los huevos por la jaula, presumía de estas, diciendo: “mira que están sanas y fuertes que ponen todas huevos”, a lo que el organizador con una sonrisa de complicidad me miró y le dijo: “si te los comes todos te compro cien perdices más”.
- Me encargaron una colección y elaborando los huevos de las distintas bisbitas que anidan en España, decoré los huevos, los barnicé y los puse en una mesita al sol en el jardín, para que secaran. Torpe de mi, pues en diez minutos, las urracas no me dejaron ni uno, se pensaron que eran huevos reales y me los expoliaron, para mi desgracia y la suya, porque me las imagino dejándose el pico contra los huevos, sin sacar nada de ellos.
Desde estas líneas os animo a todos a vivir esta experiencia tan estupenda de criar y mas tarde volar esas aves que hemos vistos nacer en casa y que pequeños detalles como los huevos de sustitución mal hechos no nos lo estropeen.
Un saludo, Pedro Aldea.